viernes, 12 de septiembre de 2008

Hace más o menos un año que no pisaba quito, y pensar que en su momento iba una o dos veces por semana, iba a que Mariquita me prepare el almuerzo y cuando ponía la mesa, ahí yo me levantaba del silloncito y le decía: "Mariquita, las servilletas", que siempre se olvidaba. Generalmente me hacía milanesas con puré, pero a mi me encantaba que me haga esos bocaditos de papa y queso, que en su momento aprendí a hacerlos, pero era chiquita, y ya no me acuerdo. Después de comer, ella siempre tenía un postre para mí, era uno diferente cada mediodía, y más a la tarde me daba un chocolate con menta, o en su defecto caramelos de dulce de leche y chocolate, después me quedaba con Mari haciendo la tarea del colegio, leyéndole mis buenas notas, o hasta viendo esas novelas que veía ella (que eran realmente aburridas). Me encantaba sentarme en su sillón para que vaya a sacarme al grito de: "salí que me lo vas a gastar" y venía y me hacía cosquillas para que me lenvatase. También me acuerdo que mientras mirábamos esas aburridas novelas, yo me arremangaba la manga y dejaba mi brazo flojo sobre su panza, para que ella me pase sus uñas largas por el brazo haciéndome mimos. Me acuerdo que la última vez que la vi, fue no mucho antes de que muera, me acuerdo que me dio tanta impresión, fue como si los 97 años le cayeran de repente, pasó de estar tan bien a estar tan... cómo decirlo.. vieja, desgastada, cansada y desde ese día que no iba a quito. Hoy cuando entré me agarró una nostalgia muy grande, en cada lugar de la casa había un recuerdo diferente. Está lindo como decoraron todo, pero es raro, no sé... es raro ver una habitación toda pintada de rosa cuando antes estaba de color blanco viejo, y ver el mueble de Mariquita intacto ahí, abrir el cajón donde guardaba los chocolates de menta, y que los chocolates no estén más.

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